Leo Rayuela de Cortazar, la dejo y te veo, te observo desde que apareces en
la esquina derecha y te pierdes en la esquina opuesta. Imagino ríos metafísicos sentado
en la puerta de casa; pienso que debo seguirte, pero me fatiga la idea de la persecución, ese trabajo del espía adolescente. Quiero
jugar a descifrarte, cada día te nombrare distinto. Pero también sigo pensando en la proporción áurea y relaciono el espacio a mi alcance, por ejemplo;hago una imagen mental de lo siguiente: recorres desde un
punto A hacia un punto B y yo estoy en el punto F trazando imaginariamente un
triangulo pitagórico y allí es donde dudo y me siento loco, me siento absurdo.
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