La lluvia acalla el
culto de la casa vecina “hay que alabarle, y serle fiel”, la alabanza no dice
así pero la resumo en eso, yo asiento la cabeza, supongo que tarde o temprano
uno se acostumbra a todo o no se acostumbra, se queda o se larga; Sonidos en domingo
y una ventana para espiar hacia la calle.
Pronto las campanas de la iglesia sonarán, el rio seguirá partiendo en
dos al pueblo, el beneficio de café me parecerá como cuando niño un fortaleza carcelaria.
Abro la ventana y allí está como todos los días esa pequeña montañita que tiene
forma de seno, grandes árboles forman el pezón verde verde negro y sensual; por
las noches la luna hace que aquello
parezca una aureola “una santa chiche” y
los arboles de sauce se iluminan, a decir verdad las flores que se enredan
alrededor de ellos hacen que imagine que son mariposas fluorescentes durmiendo en la noche . Puta! Ya no soy un
niño, pero ahora puedo decir "puta" cuando algo no sale como quiero y mama ya no me pegará en la boca o dirá que
diosito me va a castigar, ahora ya fumo
de vez en cuando y tomo café y cervezas; pero me sigue enamorando los sonidos
de domingo de esté pueblo en el que nunca pasa nada y creo no pasará nada,
nadie lo ve como yo lo veo por eso lo comunico, todos se quedan y los pocos que
se van no regresan, yo también me quiero largar pero volver después y buscar mi
ombligo enterrado bajo el naranjal que aún sigue teniendo la forma de una nave
espacial y buscar por las calles el beso aquel que me hizo volar en verdad por primera vez.