domingo, 14 de octubre de 2012

Me voy lejos

Se me ocurre que la distancia no sea física, más bien sea un lugar atemporal. Eso. Un cementerio de recuerdos (todos tan bellos, tan bastardos, tan dolorosos como felices) a fin de cuentas huesos para reconocerse en los espejos, un no-mundo que sé, existe. Hay momentos en la vida de exhumaciones y torturas que nuestro pensamiento pide, busca y encuentra en la insistente lejanía del limbo, entre lo que fue y lo es hoy la vida (los recuerdos, lugar donde volvemos con insistencia enfermiza). 



Llegado el momento es mejor crecer y dejarse de pendejadas. No voltear porque nos convertiremos en piedra. Es cuestión de marcharse y aventurarse a nuevos mundos coleccionando lunas y nubes que esconden la sonrisa del viento. Seremos pues, esa sensación de brisa y libertad despeinando las montañas, levantado vestidos y sombreros, enterrando la memoria de días grises; preferir la lejanía de frente y avanzar persiguiendo la sombra ansiosa, olfateando que la vida allá será todo lo que pueda hacer y me proponga ser.